MI ANDAMIO DE LOS RECUERDOS.
Cómo aprendimos
el maestro
el salón clase
las actividades
los alumnos
la disciplina
Primaria
Siempre hablaba y daba órdenes de cómo comportarse, de lo contrario, vendría un castigo.
Todas las bancas eran dobles, es decir para dos niños, además estaban acomodadas por filas y no se podían mover, ni tirar basura.
Eran las que el maestro localizaba en los libros y además ponía algunas notas en el pizarrón, a veces, esas notas eran muy claras y otras eran confusas.
Todos estaban atentos a lo que el maestro decía, cuando alguien entraba al salón todo se levantaban a saludar y/a despedir al visitante.
Si no se cumplían las reglas impuestas, entonces el castigo nos e hacía esperar, un reglazo en las palmas de las manos, jalón de oreja o de patilla, pararse en medio del patio por largos períodos de tiempo, entre otras.
Secundaria
De entrada, eran muchos maestros y no solamente uno el que daba clases, así es que había que adaptarse a lo que cada uno pedía, es decir, a los diferentes estilos de enseñar.
En mi caso, el salón era el mismo, es decir, no teníamos que estarnos moviendo de un salón a otro para tomar las clases, sólo que esos salones de la secundaria, eran muy obscuros porque estaban pintados de color gris, y las lámparas no eran suficientes.
Dependían del maestro, pero básicamente del humor, sobre todo porque en lo particular estudié en un colegio de monjas y la verdad es que en su mayoría no tenían ni buen carácter ni tolerancia. Pero en general las actividades eran monótonas porque casi siempre dictaban y dictaban.
Como púberes, entrando de lleno a la adolescencia, muy inquietos, con muchas dudas y pocas respuestas por parte de los maestros.
El punto anterior, exacerbado con la férrea disciplina impuesta por las religiosas, era caótico, porque parecía una medición de fuerzas, si una religiosa decía blanco, todos nos empeñábamos por decir negro, y al final los castigos aparecían como si los regalaran.
Bachillerato
Muy semejante a la secundaria.
De nuevo en un colegio, con la diferencia de que los salones eran amplios, pintados de blanco, sólo mujeres y en número reducido de 28 a 30 alumnas por salón.
Al igual que en la secundaria, dependían del maestro, pero en general, eran dictados larguísimos, algún maestro prefería explicar y que nosotros tomáramos apuntes, desde mi particular punto de vista, con estos maestros aprendí más que con los otros.
Adolescentes, puras mujeres, al principio fue difícil la adaptación porque la gran mayoría estaban en ese colegio, con esas compañeras desde el kínder, y sólo algunas cuantas llegamos “nuevas”, hubo situaciones ríspidas pero al final puedo decir que ha sido una de las mejores experiencias de mi vida, aunado a que hasta la fecha, de esta época tengo muchas mejores amigas y seguimos viéndonos.
Era muy estricta, sobre todo en lo aspectos de uso de uniforme, puntualidad, asistencia, respeto, cumplimiento de tareas y de actividades extra clase, p.ej. el coro, el catecismo, algún deporte
Otros estudios
Licenciatura UNAM
Pintados de gris, las sillas acomodadas como mejor les pareciera a los estudiantes, eran salones diferentes, pues había que buscar el salón en donde se impartían las clases elegidas.
Indiferentes, si tenían un alumno, no preguntaban por qué?, solamente se limitaban a dar una cátedra sin mayor preámbulo, esto en el caso de asistir regularmente, porque en su mayoría sólo llegaban al principio del semestre, daban una lista de libros para consulta y se presentaban a final del semestre a evaluar sobre lo leído. He de decir, que esto generó que muchos pudiéramos ser más autodidactas y más preocupados por nuestro propio aprendizaje, lo cual provocaba que buscáramos otros apoyos con diversos docentes.
Indiferentes, cada uno buscando lo mejor para sí mismo, poca comunicación y nula convivencia, salvo con aquellos que tenían algo en común, que por cierto eran muy pocos dado que yo iba de provincia y por supuesto no fue nada fácil.
Como es de suponerse, no había control de nadie, ahí te vuelves sólo un número, que tienes que cumplir con las fechas de inscripción y los pagos correspondientes y eso es todo, tú sabes si lo haces o no.
Cómo enseño yo
Creo que conforme ha ido pasando el tiempo en el que he estado frente a grupo, mi estilo de enseñanza ha cambiado, ha ido evolucionando, hace 25 años, hacía lo que la mayoría de mis maestros me “modelaron” es decir, dictaba, explicaba poco y hacía exámenes kilométricos. Pero poco a poco, me fui dando cuenta que eso no era productivo para nadie, ni para mis alumnos ni para mí, así es que empecé a buscar mejores estrategias para que mis clases no fueran las “tradicionales”, he de confesar que muchas ocasiones fui criticada por mis compañeros docentes, porque hacía cosas diferentes.
Ahora estoy complacida con lo que hago, creo que es más dinámico y a mis alumnos les despierta el interés y la creatividad.
En mi salón de clases hay movimiento, es decir, tienen libertad de movimiento y expresión.
Los alumnos trabajan por equipos, exponen, tienen además diversas actividades que les permiten ir desenvolviéndose con más seguridad.
Los alumnos se van relacionando entre ellos y conmigo de manera más sencilla y directa, con respeto.
Aún cuando el ambiente es más relajado, no hay indisciplina, dado que se hace mucho énfasis en el respeto que debe haber entre todos y constantemente se resaltan los valores que son importantes para poder vivir en sociedad, en familia, en comunidad y cómo éstos también se aplican en la escuela.